lunes, 12 de diciembre de 2011

el cuerpoespin mimoso


- Doblemente adecuado. Señor Arosa. Auita, el fondista marroquí, acaba deestablecer una nueva marca mundial

el cuerpoespin mimoso


frío como un pescado.

el cuerpoespin mimoso


- Sangre de pato, o también

el cuerpoespin mimoso


- Correcto. Señorita Undurraga. A aquel diputado lo insultaban, le mentaban la madre, y él nunca perdía la calma.

el cuerpoespin mimoso


- Contrabando hormiga.

el cuerpoespin mimoso


relojescosas así.

el cuerpoespin mimoso


perfumes,
radio

el cuerpoespin mimoso


- No está mal. Ahora usted, señor Risso. En la frontera siempre hay muy buenagente que pasa ilegalmente pequeños artículos:

el cuerpoespin mimoso


- Evidentemente, hay gato encerrado

el cuerpoespin mimoso


Mercedes Benz

el cuerpoespin mimoso


- Ésa era fácil, ¿no? Señor Duarte. Todos saben que A es un oscuro funcionario,uno del montón, y sin embargo se ha comprado

el cuerpoespin mimoso


- Es cierto. Duerme como un lirón.

el cuerpoespin mimoso


- Entre otras cosas. A ver, señorita Ortega. Tengo entendido que a su hermanito no hay quien lo despierte por las mañanas.

el cuerpoespin mimoso


- Que no es moco de pavo.

el cuerpoespin mimoso


El nuevo ministro de Economía examina la situación del país y se alarma ante la faena que le espera.

- Bien, señor Méndez.

el cuerpoespin mimoso


- Se me pone la piel de gallina.

el cuerpoespin mimoso


matanzas de estudiantes

el cuerpoespin mimoso


- Exacto. Señor Rodríguez. ¿Qué siente cuando ve en la televisión ciertas

el cuerpoespin mimoso


- Lágrimas de cocodrilo.

el cuerpoespin mimoso

-
Veamos entonces. Señorita Silva

A un político, tan acaudalado como populista, sele quiebra la voz cuando se refiere a los pobres de la tierra.

el cuerpoespin mimoso

- Esta mañana –dijo el profesor– haremos un ejercicio de zoomiótica. Ustedes ya
conocen que en el lenguaje popular hay muchos dichos, frases hechas, lugares
comunes, etcétera, que incluyen nombres de animales. Verbigracia: vista de lince,
talle de avispa, y tantos otros. Bien, yo voy ahora a decirles datos, referencias,
conductas humanas, y ustedes deberán encontrar la metáfora zoológica correspondiente. ¿Entendido?

martes, 6 de diciembre de 2011


Nombre real: Marcelo Hugo Tinelli
Nacimiento: 1 de abril de 1960 (51 años)
Bolívar, Buenos Aires
Canal: El Trece
Programa: Showmatch

Hijo/s: Micaela (n. 1988)
Candelaria (n. 1990)
Francisco (n. 1998)
Juana (n. 2002)
Marcelo Hugo Tinelli nació el 1 de abril de 1960 en la ciudad de San Carlos de Bolívar, a 255 km de la ciudad de Buenos Aires, hijo de Dino Hugo Tinelli (también periodista), fallecido en el año 1971 y nieto de José Domeño quien fue dueño de dos diarios.1 Se mudó a la ciudad de Buenos Aires y de adolescente, estudió en el Colegio Manuel Belgrano en los días libres trabajaba cuidando autos. Fue jugador de fútbol de Divisiones Inferiores de los clubes Defensores de Belgrano y San Telmo. Pasaba sus tardes escuchando un conocido programa radial llamado "La Oral Deportiva" que se emitía por Radio Rivadavia donde comenzó trabajando como cadete.
En 1986 Tinelli se casó en primeras nupcias con Soledad Aquino, proveniente de una de las familias más tradicionales de San Isidro. Ambos se conocieron en el programa de Badía cuando Tinelli hacía los micros deportivos y Soledad trabajaba para la producción, con el público asistente, al en ese entonces estudio mayor de Canal 13. Con ella tuvo dos hijas Micaela y Candelaria. En 1993 la pareja se separó.
En 1997 se casó por segunda vez con Paula Robles, a quien conoció durante las grabaciones de "Ritmo de la Noche", donde él era el conductor y ella una de las integrantes del cuerpo de bailarinas del programa, que se presentaban como "Las T-Nelly's", con ella tuvo a Francisco [1998] y a Juana [2003] (hija menor de Marcelo).
Empresas

Nombre Diego Armando Maradona
Apodo El Diez, Pelusa, El Pibe de Oro, Barrilete Cósmico,1
nacimiento 30 de octubre de 1960 (51 años)
Lanús, Argentina
Nacionalidad
Club actual Al Wasl FC (entrenador)
Diego Maradona nació el 30 de octubre de 1960 en el Policlínico Evita de Lanús. Fue el quinto hijo, y primer varón, del matrimonio entre Diego Maradona y Dalma Salvadora Franco. Su hermano Hugo también fue futbolista. Se crio en una villa miseria de Villa Fiorito, localidad ubicada en el sur del Gran Buenos Aires. Desde los primeros momentos en que jugó a la pelota, se inclinó a la práctica del fútbol ofensivo, criticado por esos años debido al auge del Catenaccio. En particular el éxito creciente que estaba teniendo el Club Atlético Independiente por aquellos tiempos, hizo que eligiera ser "hincha" (fanático) de ese equipo, fanatismo que alcanzaría su punto máximo con la aparición de su referente en los años '70, Ricardo Bochini. Si bien desarrolló su juego en un potrero de Fiorito denominado "Las Siete Canchitas", su primer contacto con el mundo del fútbol se produjo en 1969 cuando realizó la prueba para entrar en las divisiones inferiores del club Argentinos Juniors. Los Cebollitas era el nombre del equipo de la clase 1960

fongs susana


María Susana Giménez-Aubert
Nacimiento 29 de enero de 1944 (67 años)
Buenos Aires, Argentina
Hijo/s Mercedes Sarrabayrouse (n.
Es hija de María Luisa Sanders, y de Augusto Johnny Giménez Aubert. Tuvo una infancia difícil, marcada por las separaciones y peleas de sus padres. Estudió en Quilmes y La Anunciata. Se graduó de maestra de enseñanza primaria, aunque no ejerció la profesión. En 1962 (a los 17 años de edad) se casó con Mario Sarabayrouse. Al año siguiente tuvo una hija, Mercedes Sarrabayrouse. Trabajó como secretaria en una fábrica y siendo una joven de 19 años decidió convertirse en modelo.
chuquillanqui

domingo, 20 de noviembre de 2011

computacion

uhhh wacho necesito un 10 para abrobar la materia de computacion mall soy un boludo para sacar 1 en el segundo bimestre jaja malll

martes, 15 de noviembre de 2011

computacion

re piola ahiendo bien las cosas en computacien ;)
jjaja re piola ahi en la costa nera re contento con los amigo
ahi con mi mejor amigo que tengo en la vida
los mejores amigos del año 2010
jja re piola con la casmiseta de veelz
jaja biendo los pitufos
jaja en el abasto re pancho
mis amigos del año jaj
jja lo mismo con mi otro amigo en la joda de un 15
jaja con mi amigo reinaldo en una joda
jaaja alta fotito con mi mejor amigo jaja re piola la fotito
uhhhhhh re piola jajja con los pibes en el abasto

jaaj antes de entrar al cine aver linterna verde jajaj con un gran amigo
jajajja ese dia re piola con los amigos
del año

lo que ice en una semana 4


ahi el abasto jugando ese juego raro jaja

lo que ice en una semana 3


jajaja con los amigos en la costa nera jja re piola ese dia re piola

lo que ice en una semana 2

jaja ahi con los mejores amigos que tengo en puerto madera

lo que ice en una semana

   ahi con mi hermano en la cancha de velez sarfiel

principito10

—Por la noche me cubrirás con un fanal… hace mucho frío en tu tierra. No se está muy a gusto;
allá de donde yo vengo…
La flor se interrumpió; había llegado allí en forma de semilla y no era posible que conociera otros
mundos. Humillada por haberse dejado sorprender inventando una mentira tan ingenua, tosió dos o tres
veces para atraerse la simpatía del principito.
—¿Y el biombo?
—Iba a buscarlo, pero como no dejabas de hablarme…
Insistió en su tos para darle al menos remordimientos.
De esta manera el principito, a pesar de la buena voluntad de su amor, había llegado a dudar de
ella. Había tomado en serio palabras sin importancia y se sentía desgraciado.
"Yo no debía hacerle caso —me confesó un día el principito— nunca hay que hacer caso a las
flores, basta con mirarlas y olerlas. Mi flor embalsamaba el planeta, pero yo no sabía gozar con eso…
Aquella historia de garra y tigres que tanto me molestó, hubiera debido enternecerme".
Y me contó todavía:
“¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡La flor
perfumaba e iluminaba mi vida y jamás debí huir de allí! ¡No supe adivinar la ternura que ocultaban sus
pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores! Pero yo era demasiado joven para saber amarla".
IX
Creo que el principito aprovechó la migración de una bandada de pájaros silvestres parasu
evasión. La mañana de la partida, puso en orden el planeta. Deshollinó cuidadosamente sus volcanes en
actividad, de los cuales poseía dos, que le eran muy útiles para calentar el desayuno todas las mañanas.
Tenía, además, un volcán extinguido. Deshollinó también el volcán extinguido, pues, como él decía,
nunca se sabe lo que puede ocurrir. Si los volcanes están bien deshollinados, arden sus erupciones,
lenta y regularmente. Las erupciones volcánicas son como el fuego de nuestras chimeneas. Es evidente
que en nuestra Tierra no hay posibilidad de deshollinar los volcanes; los hombres somos demasiado
pequeños. Por eso nos dan tantos disgustos.
El principito arrancó también con un poco de melancolía los últimos brotes de baobabs. Creía queiba a volver nunca. Pero todos aquellos trabajos le parecieron aquella mañana extremadamente
dulces. Y cuando regó por última vez la flor y se dispuso a ponerla al abrigo del fanal, sintió ganas de
llorar.
—Adiós —le dijo a la flor. Esta no respondió.
—Adiós —repitió el principito.
La flor tosió, pero no porque estuviera resfriada.
—He sido una tonta —le dijo al fin la flor—. Perdóname. Procura ser feliz.
Se sorprendió por la ausencia de reproches y quedó desconcertado, con el fanal en el aire, no
comprendiendo esta tranquila mansedumbre.
—Sí, yo te quiero —le dijo la flor—, ha sido culpa mía que tú no lo sepas; pero eso no tiene
importancia. Y tú has sido tan tonto como yo. Trata de ser feliz. . . Y suelta de una vez ese fanal; ya no lo
quiero.
—Pero el viento...
—No estoy tan resfriada como para... El aire fresco de la noche me hará bien. Soy—Y los animales...

princiopito9

—Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas,
basta que las mire para ser dichoso. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…" ¡Pero si
el cordero se la come, para él es como si de pronto todas las estrellas se apagaran! ¡Y esto no es
importante!
No pudo decir más y estalló bruscamente en sollozos.
La noche había caído. Yo había soltado las herramientas y ya no importaban nada el martillo, el
perno, la sed y la muerte. ¡Había en una estrella, en un planeta, el mío, la Tierra, un principito a quien
consolar! Lo tomé en mis brazos y lo mecí diciéndole: "la flor que tú quieres no corre peligro… te dibujaré
un bozal para tu cordero y una armadura para la flor…te…". No sabía qué decirle, cómo consolarle y
hacer que tuviera nuevamente confianza en mí; me sentía torpe. ¡Es tan misterioso el país de las
lágrimas!
VIII
Aprendí bien pronto a conocer mejor esta flor. Siempre había habido en el planeta del principito
flores muy simples adornadas con una sola fila de pétalos que apenas ocupaban sitio y a nadie
molestaban. Aparecían entre la hierba una mañana y por la tarde se extinguían. Pero aquella había
germinado un día de una semilla llegada de quién sabe dónde, y el principito había vigiladocuidadosamente desde el primer día aquella ramita tan diferente de las que él conocía. Podía ser una
nueva especie de Baobab. Pero el arbusto cesó pronto de crecer y comenzó a echar su flor. El principito
observó el crecimiento de un enorme capullo y tenía le convencimiento de que habría de salir de allí una
aparición milagrosa; pero la flor no acababa de preparar su belleza al abrigo de su envoltura verde.
Elegía con cuidado sus colores, se vestía lentamente y se ajustaba uno a uno sus pétalos. No quería salir
ya ajada como las amapolas; quería aparecer en todo el esplendor de su belleza. ¡Ah, era muy coqueta
aquella flor! Su misteriosa preparación duraba días y días. Hasta que una mañana, precisamente al salir
el sol se mostró espléndida.
La flor, que había trabajado con tanta precisión, dijo bostezando:
—¡Ah, perdóname… apenas acabo de despertarme… estoy toda despeinada…!
El principito no pudo contener su admiración:
—¡Qué hermosa eres!
—¿Verdad? —respondió dulcemente la flor—. He nacido al mismo tiempo que el sol. El principito
adivinó exactamente que ella no era muy modesta ciertamente, pero ¡era tan conmovedora!
—Me parece que ya es hora de desayunar — añadió la flor —; si tuvieras la bondad de pensar unpoco en mí...
Y el principito, muy confuso, habiendo ido a buscar una regadera la roció abundantemente con
agua fresca.
Y así, ella lo había atormentado con su vanidad un poco sombría. Un día, por ejemplo, hablando
de sus cuatro espinas, dijo al principito:
—¡Ya pueden venir los tigres, con sus garras!
—No hay tigres en mi planeta —observó el principito— y, además, los tigres no comen hierba.
—Yo nos soy una hierba —respondió dulcemente la flor.
—Perdóname...
—No temo a los tigres, pero tengo miedo a las corrientes de aire. ¿No tendrás un biombo?
"Miedo a las corrientes de aire no es una suerte para una planta —pensó el principito—. Esta flores demasiado complicada…"

el principito 8

¡Ah, principito, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica! Durante mucho
tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas de sol. Este nuevo detalle lo supe al cuarto día,
cuando me dijiste:
—Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…
—Tendremos que esperar…
—¿Esperar qué?
—Que el sol se ponga.
Pareciste muy sorprendido primero, y después te reíste de ti mismo. Y me dijiste:
—Siempre me creo que estoy en mi tierra.
En efecto, como todo el mundo sabe, cuando es mediodía en Estados Unidos, en Francia se está
poniendo el sol. Sería suficiente poder trasladarse a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol,
pero desgraciadamente Francia está demasiado lejos. En cambio, sobre tu pequeño planeta te bastaba
arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseabas…
—¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!
Y un poco más tarde añadiste:
—¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.
—El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?
Pero el principito no respondió.
VII
Al quinto día y también en relación con el cordero, me fue revelado este otro secreto de la vida
del principito. Me preguntó bruscamente y sin preámbulo, como resultado de un problema largamente
meditado en silencio:
—Si un cordero se come los arbustos, se comerá también las flores ¿no?
—Un cordero se come todo lo que encuentra.
—¿Y también las flores que tienen espinas?—Sí; también las flores que tienen espinas.
—Entonces, ¿para qué le sirven las espinas?
Confieso que no lo sabía. Estaba yo muy ocupado tratando de destornillar un perno demasiado
apretado del motor; la avería comenzaba a parecerme cosa grave y la circunstancia de que se estuviera
agotando mi provisión de agua, me hacía temer lo peor.
—¿Para qué sirven las espinas?
El principito no permitía nunca que se dejara sin respuesta una pregunta formulada por él. Irritado
por la resistencia que me oponía el perno, le respondí lo primero que se me ocurrió:
—Las espinas no sirven para nada; son pura maldad de las flores.
—¡Oh!
Y después de un silencio, me dijo con una especie de rencor:
—¡No te creo! Las flores son débiles. Son ingenuas. Se defienden como ppueden. Se creen
terribles con sus espinas…
No le respondí nada; en aquel momento me estaba diciendo a mí mismo: "Si este perno me
resiste un poco más, lo haré saltar de un martillazo". El principito me interrumpió de nuevo mis
pensamientos:
—¿Tú crees que las flores…?
—¡No, no creo nada! Te he respondido cualquier cosa para que te calles. Tengo que ocuparme
de cosas serias.
Me miró estupefacto.
—¡De cosas serias!
Me miraba con mi martillo en la mano, los dedos llenos de grasa e inclinado sobre algo que le
parecía muy feo.
—¡Hablas como las personas mayores!
Me avergonzó un poco. Pero él, implacable, añadió:
—¡Lo confundes todo…todo lo mezclas…!
Estaba verdaderamente irritado; sacudía la cabeza, agitando al viento sus cabellos dorados.
—Conozco un planeta donde vive un señor muy colorado, que nunca ha olido una flor, ni ha
mirado una estrella y que jamás ha querido a nadie. En toda su vida no ha hecho más que sumas. Y todo
el día se lo pasa repitiendo como tú: "¡Yo soy un hombre serio, yo soy un hombre serio!"… Al parecer
esto le llena de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!
—¿Un qué?
—Un hongo.
El principito estaba pálido de cólera.
—Hace millones de años que las flores tiene espinas y hace también millones de años que los
corderos, a pesar de las espinas, se comen las flores. ¿Es que no es cosa seria averiguar por qué las
flores pierden el tiempo fabricando unas espinas que no les sirven para nada? ¿Es que no es importante
la guerra de los corderos y las flores? ¿No es esto más serio e importante que las sumas de un señor
gordo y colorado? Y si yo sé de una flor única en el mundo y que no existe en ninguna parte más que en
mi planeta; si yo sé que un buen día un corderillo puede aniquilarla sin darse cuenta de ello, ¿es que esto
no es importante?
El principito enrojeció y después continuó:

principito7

seis años! Ciertamente que yo trataré de hacer retratos lo más parecido posibles, pero no estoy muy
seguro de lograrlo. Uno saldrá bien y otro no tiene parecido alguno. En las proporciones me equivoco
también un poco. Aquí el principito es demasiado grande y allá es demasiado pequeño. Dudo también
sobre el color de su traje. Titubeo sobre esto y lo otro y unas veces sale bien y otras mal. Es posible, en
fin, que me equivoque sobre ciertos detalles muy importantes. Pero habrá que perdonármelo ya que mi
amigo no me daba nunca muchas explicaciones. Me creía semejante a sí mismo y yo, desgraciadamente,
no sé ver un cordero a través de una caja. Es posible que yo sea un poco como las personas mayores.
He debido envejecer.
V
Cada día yo aprendía algo nuevo sobre el planeta, sobre la partida y sobre el viaje. Esto venía
suavemente al azar de las reflexiones. De esta manera tuve conocimiento al tercer día, del drama de los
baobabs.
Fue también gracias al cordero y como preocupado por una profunda duda, cuando el principito
me preguntó:
—¿Es verdad que los corderos se comen los arbustos?
—Sí, es cierto.
—¡Ah, qué contesto estoy!
No comprendí por qué era tan importante para él que los corderos se comieran los arbustos. Pero
el principito añadió:
—Entonces se comen también los Baobabs.
Le hice comprender al principito que los baobabs no son arbustos, sino árboles tan grandes como
iglesias y que incluso si llevase consigo todo un rebaño de elefantes, el rebaño no lograría acabar con un
solo baobab.
Esta idea del rebaño de elefantes hizo reír al principito.
—Habría que poner los elefantes unos sobre otros…
Y luego añadió juiciosamente:
—Los baobabs, antes de crecer, son muy pequeñitos.
—Es cierto. Pero ¿por qué quieres que tus corderos coman los baobabs?
Me contestó: "¡Bueno! ¡Vamos!" como si hablara de una evidencia. Me fue necesario un gran
esfuerzo de inteligencia para comprender por mí mismo este problema.
En efecto, en el planeta del principito había, como en todos los planetas, hierbas buenas y
hierbas malas. Por consiguiente, de buenas semillas salían buenas hierbas y de las semillas malas,
hierbas malas. Pero las semillas son invisibles; duermen en el secreto de la tierra, hasta que un buen día
una de ellas tiene la fantasía de despertarse. Entonces se alarga extendiendo hacia el sol, primero
tímidamente, una encantadora ramita inofensiva. Si se trata de una ramita de rábano o de rosal, se la
puede dejar que crezca como quiera. Pero si se trata de una mala hierba, es preciso arrancarla
inmediatamente en cuanto uno ha sabido reconocerla. En el planeta del principito había semillas
terribles… como las semillas del baobab. El suelo del planeta está infestado de ellas. Si un baobab no se
arranca a tiempo, no hay manera de desembarazarse de él más tarde; cubre todo el planeta y lo perfora
con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño y los baobabs son numerosos, lo hacen estallar.
"Es una cuestión de disciplina, me decía más tarde el principito. Cuando por la mañana uno
termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse
regularmente a arrancar los baobabs, cuando se les distingue de los rosales, a los cuales se parecen
mucho cuando son pequeñitos. Es un trabajo muy fastidioso pero muy fácil".Y un día me aconsejó que me dedicara a realizar un hermoso dibujo, que hiciera comprender a
los niños de la tierra estas ideas. "Si alguna vez viajan, me decía, esto podrá servirles mucho. A veces no
hay inconveniente en dejar para más tarde el trabajo que se ha de hacer; pero tratándose de baobabs, el
retraso es siempre una catástrofe. Yo he conocido un planeta, habitado por un perezoso que descuidó
tres arbustos…"
Siguiendo las indicaciones del principito, dibujé dicho planeta. Aunque no me gusta el papel de
moralista, el peligro de los baobabs es tan desconocido y los peligros que puede correr quien llegue a
perderse en un asteroide son tan grandes, que no vacilo en hacer una excepción y exclamar: "¡Niños,
atención a los baobabs!" Y sólo con el fin de advertir a mis amigos de estos peligros a que se exponen
desde hace ya tiempo sin saberlo, es por lo que trabajé y puse tanto empeño en realizar este dibujo. La
lección que con él podía dar, valía la pena. Es muy posible que alguien me pregunte por qué no hay en
este libro otros dibujos tan grandiosos como el dibujo de los baobabs. La respuesta es muy sencilla: he
tratado de hacerlos, pero no lo he logrado. Cuando dibujé los baobabs estaba animado por un
sentimiento de urgencia.

principito 6

Mi amigo soltó una nueva carcajada.
—¿Y dónde quieres que vaya? —No sé, a cualquier parte. Derecho camino adelante…
Entonces el principito señaló con gravedad:
—¡No importa, es tan pequeña mi tierra!
Y agregó, quizás, con un poco de melancolía:
—Derecho, camino adelante… no se puede ir muy lejos.
IV
De esta manera supe una segunda cosa muy importante: su planeta de origen era apenas más
grande que una casa.
Esto no podía asombrarme mucho. Sabía muy bien que aparte de los grandes planetas como la
Tierra, Júpiter, Marte, Venus, a los cuales se les ha dado nombre, existen otros centenares de ellos tan
pequeños a veces, que es difícil distinguirlos aun con la ayuda del telescopio. Cuando un astrónomo
descubre uno de estos planetas, le da por nombre un número. Le llama, por ejemplo, "el asteroide 3251".
Tengo poderosas razones para creer que el planeta del cual venía el principito era el asteroide B612. Este asteroide ha sido visto sólo una vez con el telescopio en 1909, por un astrónomo turco.
Este astrónomo hizo una gran demostración de su descubrimiento en un congreso Internacional
de Astronomía. Pero nadie le creyó a causa de su manera de vestir. Las personas mayores son así.
Felizmente para la reputación del asteroide B 612, un dictador turco impuso a su pueblo, bajo pena de
muerte, el vestido a la europea. Entonces el astrónomo volvió a dar cuenta de su descubrimiento en 1920
y como lucía un traje muy elegante, todo el mundo aceptó su demostración.
Si les he contado de todos estos detalles sobre el asteroide B 612 y hasta les he confiado su
número, es por consideración a las personas mayores. A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les
habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar:
"¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?" Pero en cambio
preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?"
Solamente con estos detalles creen conocerle. Si les decimos a las personas mayores: "He visto una
casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado", jamás llegarán a
imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles: "He visto una casa que vale cien mil pesos". Entonces
exclaman entusiasmados: "¡Oh, qué preciosa es!"
De tal manera, si les decimos: "La prueba de que el principito ha existido está en que era un
muchachito encantador, que reía y quería un cordero. Querer un cordero es prueba de que se existe", las
personas mayores se encogerán de hombros y nos dirán que somos unos niños. Pero si les decimos: "el
planeta de donde venía el principito era el asteroide B 612", quedarán convencidas y no se preocuparán
de hacer más preguntas. Son así. No hay por qué guardarles rencor. Los niños deben ser muy
indulgentes con las personas mayores.
Pero nosotros, que sabemos comprender la vida, nos burlamos tranquilamente de los números. A
mí me habría gustado más comenzar esta historia a la manera de los cuentos de hadas. Me habría
gustado decir:
"Era una vez un principito que habitaba un planeta apenas más grande que él y que tenía
necesidad de un amigo…" Para aquellos que comprenden la vida, esto hubiera parecido más real.
Porque no me gusta que mi libro sea tomado a la ligera. Siento tanta pena al contar estos
recuerdos. Hace ya seis años que mi amigo se fue con su cordero. Y si intento describirlo aquí es sólo
con el fin de no olvidarlo. Es muy triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo. Y yo puedo
llegar a ser como las personas mayores, que sólo se interesan por las cifras. Para evitar esto he
comprado una caja de lápices de colores. ¡Es muy duro, a mi edad, ponerse a aprender a dibujar, cuando
en toda la vida no se ha hecho otra tentativa que la de una boa abierta y una boa cerrada a la edad de

principito5

—Esta es la caja. El cordero que quieres está adentro. Con gran sorpresa mía el rostro de mi
joven juez se iluminó:
—¡Así es como yo lo quería! ¿Crees que sea necesario mucha hierba para este cordero?
—¿Por qué?
—Porque en mi tierra es todo tan pequeño…
Se inclinó hacia el dibujo y exclamó:
—¡Bueno, no tan pequeño…! Está dormido…
Y así fue como conocí al principito.
III
Me costó mucho tiempo comprender de dónde venía. El principito, que me hacía muchas
preguntas, jamás parecía oír las mías. Fueron palabras pronunciadas al azar, las que poco a poco merevelaron todo. Así, cuando distinguió por vez primera mi avión (no dibujaré mi avión, por tratarse de un
dibujo demasiado complicado para mí) me preguntó:
—¿Qué cosa es esa? —Eso no es una cosa. Eso vuela. Es un avión, mi avión.
Me sentía orgulloso al decirle que volaba. El entonces gritó:
—¡Cómo! ¿Has caído del cielo? —Sí —le dije modestamente. —¡Ah, que curioso!
Y el principito lanzó una graciosa carcajada que me irritó mucho. Me gusta que mis desgracias setomen en serio. Y añadió:
—Entonces ¿tú también vienes del cielo? ¿De qué planeta eres tú?
Divisé una luz en el misterio de su presencia y le pregunté bruscamente:
—¿Tu vienes, pues, de otro planeta?
Pero no me respondió; movía lentamente la cabeza mirando detenidamente mi avión.
—Es cierto, que, encima de eso, no puedes venir de muy lejos…
Y se hundió en un ensueño durante largo tiempo. Luego sacando de su bolsillo mi cordero seabismó en la contemplación de su tesoro.
Imagínense cómo me intrigó esta semiconfidencia sobre los otros planetas. Me esforcé, pues, en
saber algo más:
—¿De dónde vienes, muchachito? ¿Dónde está "tu casa"? ¿Dónde quieres llevarte mi cordero?
Después de meditar silenciosamente me respondió:
—Lo bueno de la caja que me has dado es que por la noche le servirá de casa. —Sin duda. Y si
eres bueno te daré también una cuerda y una estaca para atarlo durante el día.
Esta proposición pareció chocar al principito.
—¿Atarlo? ¡Qué idea más rara! —Si no lo atas, se irá quién sabe dónde y se perderá

principito4

Miré, pues, aquella aparición con los ojos redondos de admiración. No hay que olvidar que me
encontraba a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Y ahora bien, el muchachito no
me parecía ni perdido, ni muerto de cansancio, de hambre, de sed o de miedo. No tenía en absoluto la
apariencia de un niño perdido en el desierto, a mil millas de distancia del lugar habitado más próximo.
Cuando logré, por fin, articular palabra, le dije:
— Pero… ¿qué haces tú por aquí?Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer. Por absurdo
aquello me pareciera, a mil millas de distancia de todo lugar habitado y en peligro de muerte, saqué
bolsillo una hoja de papel y una pluma fuente. Recordé que yo había estudiado especialmente geografía,
historia, cálculo y gramática y le dije al muchachito (ya un poco malhumorado), que no sabía dibujar.
—¡No importa —me respondió—, píntame un cordero!
Como nunca había dibujado un cordero, rehice para él uno de los dos únicos dibujos que
capaz de realizar: el de la serpiente boa cerrada. Y quedé estupefacto cuando oí decir al hombrecito:
— ¡No, no! Yo no quiero un elefante en una serpiente. La serpiente es muy peligrosa y el elefante
ocupa mucho sitio. En mi tierra es todo muy pequeño. Necesito un cordero. Píntame un cordero.
Dibujé un cordero. Lo miró atentamente y dijo:





—¡No! Este está ya muy enfermo. Haz otro.
Volví a dibujar.






Mi amigo sonrió dulcemente, con indulgencia.
—¿Ves? Esto no es un cordero, es un carnero. Tiene Cuernos…
Rehice nuevamente mi dibujo: fue rechazado igual que los anteriores.






—Este es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo.
Falto ya de paciencia y deseoso de comenzar a desmontar el motor, garrapateé rápidamente estdibujo, se lo enseñé, y le agregué:

principito3

A lo largo de mi vida he tenido multitud de contactos con multitud de gente seria. Viví mucho con
personas mayores y las he conocido muy de cerca; pero esto no ha mejorado demasiado mi opinión
sobre ellas.
Cuando me he encontrado con alguien que me parecía un poco lúcido, lo he sometido a la
experiencia de mi dibujo número 1 que he conservado siempre. Quería saber si verdaderamente era un
comprensivo. E invariablemente me contestaban siempre: "Es un sombrero". Me abstenía de
hablarles de la serpiente boa, de la selva virgen y de las estrellas. Poniéndome a su altura, les hablaba
bridge, del golf, de política y de corbatas. Y mi interlocutor se quedaba muy contento de conocer a un
hombre tan razonable.
II
Viví así, solo, nadie con quien poder hablar verdaderamente, hasta cuando hace seis años tuve
avería en el desierto de Sahara. Algo se había estropeado en el motor. Como no llevaba conmigo ni
mecánico ni pasajero alguno, me dispuse a realizar, yo solo, una reparación difícil. Era para mí una
cuestión de vida o muerte, pues apenas tenía agua de beber para ocho días.
La primera noche me dormí sobre la arena, a unas mil millas de distancia del lugar habitado más
próximo. Estaba más aislado que un náufrago en una balsa en medio del océano. Imagínense, pues, misorpresa cuando al amanecer me despertó una extraña vocecita que decía:
— ¡Por favor... píntame un cordero!
—¿Eh?
—¡Píntame un cordero!
Me puse en pie de un salto como herido por el rayo. Me froté los ojos. Miré a mi alrededor. Vi a
un extraordinario muchachito que me miraba gravemente. Ahí tienen el mejor retrato que más tarde logré
hacer de él, aunque mi dibujo, ciertamente es menos encantador que el modelo. Pero no es mía la culpa.
Las personas mayores me desanimaron de mi carrera de pintor a la edad de seis años y no había
aprendido a dibujar otra cosa que boas cerradas y boas abiertas.
Miré, pues, aquella aparición con los ojos redondos de admiración. No hay que olvidar que me
encontraba a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Y ahora bien, el muchachito no
me parecía ni perdido, ni muerto de cansancio, de hambre, de sed o de miedo. No tenía en absoluto la
apariencia de un niño perdido en el desierto, a mil millas de distancia del lugar habitado más próximo.
Cuando logré, por fin, articular palabra, le dije:
— Pero… ¿qué haces tú por aquí?

principito 2

Enseñé mi obra de arte a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo.
—¿por qué habría de asustar un sombrero?— me respondieron.
Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digiere un elefante.
Dibujé entonces el interior de la serpiente boa a fin de que las personas mayores pudieran comprender.
Siempre estas personas tienen necesidad de explicaciones. Mi dibujo número 2 era así:

Las personas mayores me aconsejaron abandonar el dibujo de serpientes boas, ya fueran






abiertas o cerradas, y poner más interés en la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. De esta
manera a la edad de seis años abandoné una magnífica carrera de pintor. Había quedado desilusionado
por el fracaso de mis dibujos número 1 y número 2. Las personas mayores nunca pueden comprender
algo por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.
Tuve, pues, que elegir otro oficio y aprendía pilotear aviones. He volado un poco por todo el

el principito 1

                                                        EL PRINCIPITO


Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen que se titulaba "Historias vividas",
una magnífica lámina. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera.
En el libro se afirmaba: "La serpiente boa se traga su presa entera, sin masticarla. Luego ya no
puede moverse y duerme durante los seis meses que dura su digestión".
Reflexioné mucho en ese momento sobre las aventuras de la jungla y a mi vez logré trazar con
un lápiz de colores mi primer dibujo. Mi dibujo número 1 era de esta manera:

martes, 1 de noviembre de 2011

entrevista

                                              maxi morales 


¿En donde naciste?Provincia de Santa FeArgentina
¿En que año naciste mes y dia?27 de febrerode 1987
¿Conque cuadro empesaste a jugar tus primeros partidos? Racing Club
¿Jugaste en la seleccion argentina ? Campeonato Sudamericano Sub-20 con la Selección Argentina Sub-20 
¿Como te llaman tus amigos ?"Frasquito", "Enano" "Maxi"
¿en que cuadros has jugados?Racing Club FC Moscú Racing Club Vélez Sarsfield Atalanta 
¿En cuantos paises has jugado ? Bandera de Argentina Argentina Bandera de Rusia Rusia Bandera de Italia Italia
¿Resiviste algun premio durante tus goles o etc? Botín de Bronce Balón de Plata
                                                                   ¡¡¡¡gracias maxi morales por la entreviste¡¡¡¡¡ 
                                                                                                                                                ¡¡¡¡¡edward¡¡¡¡¡¡

autobiografia

 Me llamo edward chuquillanqui ,naci el 23 de mayo de 1996 ;me gusta jugar ala pelota ;basket y un poco de bolley ; mi comidas favoritas es las empanadas y el asado .No me gusta insultar ni pelear x las puras
mis amigos son matias veroiz, matias perz y axel benitez .cuando era pequeño me sucedio me ahoge en una pileta , Y me gusta ir de vacasiones a ver todos los partidos del mundial ;)

el dia en que naci 23 de mayo

1936: en Buenos Aires se inaugura el Obelisco, verdadero ícono porteño.

1965Manuel Sanchís, futbolista español.

1940Cora Sadosky, matemática argentina (f. 2010).